Ya han transcurrido más de 2 meses desde la implementación de la nueva Ley 21.643, conocida como Ley Karin, la cual brinda un marco legal para la Prevención, Investigación y Sanción del Acoso Sexual, Laboral y Violencia en el trabajo. Dicha ley, obligatoria en su implementación para todas las empresas del sector público y privado, ha tenido desde su inicio un pasar dulce y agraz.
Según las últimas cifras recientemente entregadas por el Ministerio del Trabajo, validadas en conjunto con otros actores tales como la Superintendencia de Seguridad Social y la Dirección del Trabajo, hasta la fecha se han recibido casi 5.000 denuncias, siendo la mayoría de empresas del sector privado. De estas denuncias, el 80% corresponden a temáticas de acoso laboral y un 73% a mujeres denunciantes, siendo el rubro de comercio y la Región Metropolitana, los grandes representantes de dichas cifras. Sin embargo, cabe preguntar ¿qué nos indica todo esto?…remontando a los inicios de la promulgación oficial de esta ley, el pasado 01 de Agosto del 2024, recuerdo variadas conversaciones que sostuve con emprendedores, gerentes y otras personas de diversos cargos y rubros, quienes me manifestaban abiertamente su descontento con esta nueva normativa, señalando que se trataba de una “tontería” y una “pérdida de tiempo y recursos” tener que realizar acciones para cumplir con algo que estaba mal diseñado y era deficiente tanto en su definición como en su aplicación. Asimismo, recuerdo también el ánimo temeroso de otros quienes comentaban “con esta ley ya no podremos hacer ni decir nada…”, fundado en el temor a las represalias que significarían las acciones de denuncia en su contra por dichos y actos que realizaban día a día entre colegas. Bajo este escenario, inicié las acciones de sensibilización y capacitación de esta normativa a cientos de personas, las cuales incluían desde el colaborador hasta los directivos de diversas organizaciones. Paralelamente, trabajamos en conjunto a un abogado experto en la materia, en la formación de equipos de investigadores internos, quienes serían los encargados de recibir las denuncias, gestionar acciones de investigación y emitir un informe con las conclusiones, sanciones y recomendaciones.
Tras todo este recorrido, hoy puedo afirmar ante ustedes que estamos mejor que antes. Pero ojo, con esto no me refiero a que el fenómeno del acoso sexual, laboral y violencia en el trabajo vaya en disminución y en retirada, sino que, gracias a la visibilización de este fenómeno, estamos venciendo gradualmente el temor y la ignorancia que tanto como sociedad y mundo laboral hemos tenido respecto a este tema, con juicios y prejuicios infundados de lo que realmente significa la prevención y la conciencia respecto de nuestras conductas. No podemos normalizar conductas en que los sobrenombres, comentarios, chistes y gestos despectivos o de “doble sentido” hacia el otro, sean parte de nuestra idiosincrasia y cultura cotidiana, sino más bien, el desafío es subsanar y reparar en nuestra mentalidad, que las relaciones deben primar con un sentido de respeto, tolerancia, ética y buen trato con quienes trabajamos y nos relacionamos día a día.
Sin dudas, queda un largo camino por recorrer y ajustes por realizar, pero debemos ser capaces de enfrentar este desafío con altura de miras y ambición, que nos permita transitar hacia una transformación real desde “adentro hacia afuera”. Esto quiere decir, ser consciente de ajustar nuestras conductas, actitudes y relaciones con otros, hasta lograr una transformación cultural de nuestra organización y, por ende, de nuestra identidad como chilenos/as.
Por: Nelson Aguirre Sepúlveda / Consultor estratégico de personas y organizaciones/ www.habilidadesblandas.cl